Insólito: Nadie quiso asumir como presidente del concejo

En un hecho político insólito ninguno de los ediles propuestos para ser el nuevo presidente del Concejo Deliberante aceptó el cargo. La situación estuvo al borde del papelón político hasta que se halló un acuerdo precario. Al final, la edil, Norma Mansilla y el concejal, Jorge Donda, fueron electos como autoridades provisorias hasta marzo. Ni el PJ ni la UCR aceptaron los cargos.
La jura de los nuevos concejales de la Villa de Merlo resultó un acto protocolar y con emoción familiar. Sin embargo, cuando se terminaron las fotos, los abrazos, los saludos, los bocaditos y mensajes de buenos augurios, llegó la tensión política. Y un hecho insólito: nadie quería asumir la presidencia del Concejo Deliberante.
La ceremonia comenzó hacia las 10 de la mañana del miércoles, cuando el recinto del Concejo Deliberante se completó de invitados y autoridades. Entre los presentes estaban la intendenta, Gloria Petrino, e integrantes de su gabinete. También, ex intendentes como Julio Falco; Jorge Alvarez y Sergio Guardia y los diputados provinciales del Departamento Junín: Jorge Fara, Mónica Fernández y Sergio Guardia.
Tras el himno nacional, el actual secretario de Cultura, Víctor Hugo Cortez, cantó el himno a Villa de Merlo, una versión tan entonada como emocionante para todos los presentes. Luego, la presidenta del Concejo, Norma Mansilla, brindó algunas palabras a los concejales salientes cuya labor fue reconocida con aplausos, palabras y recordatorios.
JURAMENTO
Con la salida de los ediles que finalizaban sus mandatos, se inició el juramento de los electos por orden alfabético: Juan Alvarez Pinto (UCR); Jorge Donda (FpV); Viviana Morán (PJ); Graciela Ochoa (UCR) y Mariano Stinga (PS). Así, el Concejo quedó integrado por cuatro ediles del PJ: Roberto Otalvares, Norma Mansilla, Edgar Amaya y Viviana Morán. La UCR también tiene una bloque con cuatro concejales: David Vaez, Gabriela Mancilla, Graciela Ochoa y Juan Alvarez Pinto. Mariano Stinga, del socialismo y Jorge Donda, del Frente para la Victoria, conforman bloque unipersonales.
Cuando terminaron los saludos, los ediles debían elegir autoridades. Desde un principio cada bancada mostró sus pretensiones. El concejal del PJ, Edgar Amaya, argumentó a favor que la presidencia quede en manos del radicalismo, con manifestaciones que dibujaron alguna mueca de fastidio en los dirigentes del PJ que estaban en el recinto. Amaya propuso a la radical, Gabriela Mancilla como presidenta del concejo y engalanó la figura de la edil.
La respuesta de la UCR no se hizo esperar. Rechazaron la moción y se manifestaron a favor de que sea un justicialista el titular del Concejo Deliberante. Y propusieron al propio Amaya. A pesar de los halagos mutuos y resaltar la figura tanto de Mancilla como de Amaya, la verdad de la cuestión es que cada bancada pretendía que sus cuatros concejales ocupen sus bancas para poder votar en cada sesión. Es que el presidente del cuerpo solo vota en caso de empate.
El concejal del socialismo se mostró partidario de que la radical Mancilla acepte la presidencia. El edil Jorge Donda propuso al justicialista Amaya. La edil radical, Graciela Ochoa, sorprendió y propuso a Norma Mansilla y así se sucedieron una serie de mociones que empantanaron la sesión. El enredo político era mayúsculo y amenazaba con terminar en un bochorno.
Para terminar de hacer todo más confuso, cada uno de los propuestos rechazó ser presidente del concejo deliberante con argumentos poco convincentes. Detrás de las palabras todo era especulación partidaria. Los ediles debieron pasar a un cuarto intermedio que se extendió por largo tiempo, hasta llegar a un acuerdo precario. Al regresar al recinto todos los ediles retiraron sus mociones anteriores y por unanimidad eligieron a la justicialista, Norma Mansilla, como presidenta del Concejo Deliberante y al kirchnerista, Jorge Donda, como vicepresidente primero. Ambos estarán en sus cargos hasta marzo cuando se reinicien las sesiones ordinarias. Aunque llega el verano habrá que ver si los legisladores encuentran algún rincón donde enfriar ánimos y garantizar convivencia entre el Ejecutivo y el cuerpo colegiado.